Crónica de una lectura de "Las calles enemigas" de Roberto Marcallé Abreu

Recomendada por un amigo de las letras: José Carvajal, quien también me hizo regalo de la misma.


Al momento de comenzar la obra te envía mensajes y datos ocultos sobre su interior, que te hacen imaginar o percibir lo que vas a leer. Su dominio de las palabras y su prosa poética describen las calles de una forma tan natural que te hace imaginar que caminas junto a los personajes. Ese es el ritmo que me llevo hasta el tercer capitulo que no se si fue por mi incapacidad como lector, pero aun no lograba comprender su argumento. En esa primera lectura solo llegue al tercer capitulo, pero me quede con curiosidad de seguir explorando las calles de Santo Domingo. El sueño me gano y me dejo tendido en la cama, pero el chirrido de un grillo que no se de donde salio, me atormentaba y me robo algunas horas de sueño pasándola dando vueltas en la cama por su culpa.


Al siguiente día volví a retomar la lectura. Me senté en un lugar fresco para huir del caliente de la casa a causa del verano y fui interrumpido por un amiguito (el pequeño Javier), quien varias veces me quito el libro, para leerlo aunque no sabe leer. Me convenció su necedad, guarde la novela y me puse a conversar con el. En la noche antes de ir a la cama, volví a retomar la lectura y fue cuando quede atrapado, en las calles viendo las injusticias con el pensamiento del autor, sin que apocaran los grandiosos personajes quienes se dejaban conocer por mi lentamente, como esas relaciones que duran, donde no existe la monotonía. Me detuve en el capitulo 8 donde pude darme cuenta que la vida de los personajes había cambiado para siempre, ese era el clímax, el giro inesperado, justamente cuando era necesario: cuando me iba a la cama, quede como mi mama cuando se termina un episodio de las novelas de televisa: con ganas de seguir viendo el siguiente episodio.

No continué la lectura, la calurosa noche me exigía un baño mas antes de ir a la cama, ademas quería seguir comiendo del pastel al otro día. Al encender el bombillo adivinen con quien me encontré. Si.. con ese mismo [...] con el grillo. Era pequeño y silencioso, brincaba por todas partes. Lo atrape con un pequeño tarro vació, poniéndolo boca abajo, pero se quedo tranquilo y lo libere por amor a la naturaleza. Entre a la cama y apague todos los bombillos y escuche que en vez de uno se escuchaban dos grillos, uno en la puerta de mi habitación y el otro en el baño. ¡Ahora son una orquesta!

Tuve que salir temprano a una entrevista de trabajo y al volver a casa empece a enviar Currilum digitales, para ver si pego una. Me agarro la noche en esa actividad y luego de ducharme ahí estaba la obra esperándome y el grillo aun no empezaba su función. Me senté en mi silla que tengo para leer, prendí el abanico en el nivel tres y me olvide del mundo. De vez en cuando salia a tomar agua, pero cada vez mas me identificaba con el personaje Guillermo Severino, la cual empezaba a conocer tan bien como a mi mismo. Realmente me sentía un investigador igual que el, el dominio del autor con su prosa lo hizo tan fácil entenderla, como cuando aprendes a cocinar un huevo por primera vez.

Eran las dos de la mañana y solo se escuchaba el silencio de la noche, la voz del narrador y el chirrido del grillo. Decidí continuar mañana, puse el libro donde lo pueda ver al levantarme. Pero no fue así. Los chirridos del grillo eran aun mas intensos, tanto despojaron el sueño de mi rostro y me levante furioso, desquiciado y decidido a callarlo. Tome un lapicero y fui directo a la puerta buscando la ranura que esta pegada al techo, de hay salia semejante despertador. ¡Puyé! y ¡puyé!, pero luego de apagar al bombillo, volvió a chirriar. Me senté en la cama, puse  las manos sobre mi cabeza y observe las Calles enemigas y la tome de mis manos. Creo que me dieron las 4:00 am. Apague el bombillo, el grillo dormía y yo también.

Al caer el amanecer me refugie en mi habitación sin salir de ella y hasta no terminar de recorrer Las Calles enemigas de Roberto Marcalle Abreu, esa mañana la pase desayunando aceras, contenes y una maravillosa obra que contaba una historia que parece tan real que podría ser confundida con la realidad. Fue ganadora del Premio de Novela UCE 2012. Dejar de leer seria un crimen se los aseguro.

Cuando la leí no solo me identifique con el personaje por su atrapadora historia sino que también imaginaba ver esa grandiosa historia en el cine; quizás, historias como esta, tan dominicanas pero a la vez tan bien trabajadas le darían el ingrediente que le hace falta al cine dominicano para encontrar la identidad que anda buscando. Para los jóvenes que desean escribir sobre las miles de historias que ven cuando salen de casa, esta historia seria un ejemplo para estudiarla y buscar en ella una fuente de conocimiento que no podremos encontrar en un autor extranjero... Para el lector que busque vivir en las calles mientras lee, esta historia los atrapara.

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